[Este ensayo fue originalmente publicado en la revista Pacarina del Sur. año 6, núm. 23, abril-junio 2015, accesible aquí]

La deportación fue una manera común de lidiar con la agitación anarquista en su auge a comienzos del siglo XX y se le ha atribuido el haber debilitado su influencia. Iba de la mano con el avivar de las llamas del nacionalismo que identificaba revolución con influencia extranjera. Pero hubo otras variantes, como el caso de aquellos activistas exiliados de su propio país de origen, como también diferentes niveles de coacción. La deportación podía también ser contra-productiva en casos en el que el activista podía darle un buen uso político a su tiempo en el exilio. Sin embargo, las circunstancias en las que activistas destacados desaparecieron de repente invariablemente tuvieron un efecto perturbador en el movimiento local, sembrando la confusión y a lo peor la desconfianza entre ex-compañeros. Y el exilio podía significar volverse un paria incapaz de establecerse en ninguna parte.

En este trabajo espero clarificar sólo un caso de mucho, el de Nicolás Gutarra, quien fue expulsado no una sino dos veces de su propio país. Gutarra fue brevemente una figura de notoriedad nacional simultáneamente en su nativo Perú y en Colombia entre 1919 y 1924. En el Perú, fue uno de los anarquistas destacados involucrados en ganar la jornada laboral de 8 horas y en Colombia lideró un movimiento de inquilinos sui generis en Barranquilla, precursor de los movimientos regionales que culminaron con la masacre de trabajadores de la United Fruit Company en 1928.

Estas dos experiencias clave han sido el tema de un buen número de trabajos, y en años recientes han aparecido estudios que reconocen que la influencia de Gutarra en Colombia se debe a su experiencia formativa en el Perú.[1] Por lo tanto, sólo resumiré brevemente estas experiencias y me concentraré en vez en las circunstancias de cada expulsión y en sus subsecuentes movimientos. Al repasar sus pasos y algunas de las controversias y mitos que lo acompañaron a través del camino, espero añadir algo más a nuestra comprensión de esta extraordinaria figura y a las experiencias de deportación política durante el periodo entre las dos guerras mundiales.

Los primeros años

Gutarra nació en 1893, probablemente en la zona de Huancayo, hijo de un comerciante llamado Santos Gutarra Rosado.[2] No sabemos en qué momento se mudó a Lima y como no estaba involucrado directamente en un gremio mediante su oficio de ebanista, es posible que haya conocido al movimiento anarquista cuando se une al ejercito de adolescente y conoce al activista Delfín Lévano.[3]

Como parte del grupo anarquista Luchadores por la Verdad, el joven Lévano y su padre editaron el periódico La Protesta (1911-1926), y desde 1912 sino antes, Gutarra se une al grupo, proponiendo y construyendo un nuevo tipo de sindicalismo revolucionario que pueda reemplazar a las antiguas sociedades mutualistas.[4] Ante todo, resaltaría al desarrollar una reputación como un orador que movía el público hacia la acción:

“Ahora la figura de Gutarra. Era un joven inquieto auto-didáctico. Pero tenía tal poder de captación y un poder de convencimiento que generalmente él decía la última palabra.”[5]

Durante los siguientes seis años, Gutarra ayudó a la construcción de los primeros sindicatos revolucionarios y en particular los sindicatos de zapateros y textiles junto a Carlos Barba, el grupo alrededor de La Protesta y la Federación Obrera Regional Peruana (FORP), que en 1913 reagrupó a los sindicatos revolucionarios y de la cual Gutarra se volvió secretario general en 1915.[6]

Esos años fueron testigos de un nivel excepcional de violencia estatal contra los trabajadores en huelga, resultado del trabajo de los sindicalistas revolucionarios, que culminó con la exitosa huelga general por la jornada laboral de 8 horas a comienzos de 1919. En las vísperas de la victoria, Gutarra fue arrestado, liberado, y luego elegido eufóricamente como presidente de la asamblea.[7] Cuando el gobierno cedió a las demandas dos días después, él mismo recibió el decreto en persona del presidente Pardo junto a Haya de la Torre y Carlos Barba.

Después de esta victoria histórica, Gutarra ayudó a formar y liderar el Comité Pro-Abaratamiento de las Subsistencias.[8] Esto iba a presagiar su actividad posterior en Colombia, en particular la notoriedad del problema del aumento de alquileres y su apoyo a la organización de mujeres como una rama autónoma del movimiento social - lo que ahora podría llamarse una forma de ‘sindicalismo comunitario’. Para esta época, habían ocurrido nuevos acontecimientos políticos. Haciendo eco de los debates en todo el mundo, Gutarra acoge las noticias de la Revolución Rusa mientras que se opone al electoralista Partido Socialista en el Perú.[9]

Para continuar con la lectura clic aquí... 

Para visitar la página de Perú Libertario en Facebook, clic aquí