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Cortesía: Supay Fotos

Juventud, todos a una: aportes para un nuevo movimiento juvenil

Publicado: 2014-12-29

La reciente aprobación de la Ley del Nuevo Régimen Laboral Juvenil (Ley N° 30288) ha sido el detonante de una serie de protestas que, como jóvenes, nos ha dado una inusitada presencia en el debate político. Ver miles de jóvenes reunidos en una plaza pública de la capital no es, definitivamente, cosa cotidiana en el Perú. Ahora bien, ¿cuáles son las consecuencias de las dos primeras protestas? ¿Se ha logrado doblegar la tozudez del Estado peruano? Consecuencias inmediatas parece no haber, pues al final de las dos marchas realizadas nos quedamos con cierta desazón como si no hubiesen objetivos claros a seguir con todo ello (de hecho si hay un gran objetivo, ya hablaré de el más adelante). Y pasados los días, aún seguimos, por un lado, con un presidente que ha optado por la indiferencia y, por el otro, con una clase política expectante a los resultados para ver cómo les acomoda mejor. Es aquí donde nuevas propuestas organizativas pueden darnos algunas luces y permitirnos construir un nuevo movimiento juvenil autónomo, horizontal y, sobre todo, actuante.

Los «resultados»

Será mejor plantear los resultados de las dos marchas en términos de «beneficios», es decir, ¿a quién o a quiénes favoreció tal movilización de jóvenes? Pero, antes que nada, debemos hacer hincapié sobre una cuestión clave: si la principal razón de ambas movilizaciones es la derogatoria de la nueva Ley, ¿qué se ha hecho para conseguir dicho objetivo? Es evidente que nada, pues esta aún sigue vigente. Sin embargo, para los organizadores, jóvenes vinculados a agrupaciones de la izquierda peruana, habrán ciertos réditos políticos que esperan cosechar prontamente. Me refiero a que han conseguido una visibilidad a todo nivel, y su posición de búsqueda de diálogo les permitirá copar un espacio que hoy no tienen. Si dejamos que unos cuantos asuman la lucha de todos como mero capital político estamos errando el camino y alejándonos de nuestro principal objetivo.

Los «objetivos»

Raúl Wienner, en un artículo reciente, afirma que los puntos elegidos hacía los que llegaron las marchas (el Partido Nacionalista y la CONFIEP) son muestras claras de que los jóvenes sabemos muy bien contra quienes debemos luchar. Sin embargo, esto debe explicarse mejor: los jóvenes reunidos en la plaza no decidieron en el acto a donde ir porque hubo personas que, con anterioridad, coordinaron la ruta. No obstante, en la primera de ellas no creo que se haya determinado el local del Partido Nacionalista como un objetivo claro, más bien parece ser fruto del azar, pues este se ubica en la ruta ya «elegida» (Av. Arequipa). Por otro lado, en ambas marchas, más que objetivos comunes, hemos presenciado el objetivo de los «organizadores»: una mayor visibilidad, ya que difundiendo la falsa idea de que ellos están en la «capacidad» de movilizar a una gran cantidad de jóvenes, pueden tener el «gancho» ideal para ocupar un lugar en alguna mesa de diálogo, arropados como representantes de toda una juventud que no tiene la menor idea de quién los nombró como tales.

Derogatoria y acción directa

La lucha de los jóvenes —a la luz de las inconsistencias argumentativas con las que, tanto presidente y ministros, han pretendido defender este nuevo régimen laboral— es la derogatoria de la Ley. ¿Cómo lograrlo? No existen respuestas categóricas y dar una como tal es muestra de soberbia y estupidez; sin embargo, se pueden presentar otros modos de lucha o tácticas que, hasta ahora, no se han dado. Uno de esos modos de lucha es la acción directa. Al hablar de acción directa hacemos referencia a la búsqueda de soluciones puntuales a problemas puntuales, contraponiéndose al arbitraje y la filiación política. Una táctica de acción directa puede ser, o no ser, violenta. Una huelga, un boicot, o la toma de una plaza pueden ser ejemplos claros de acciones no violentas. Podemos mencionar algunas acciones no violentas exitosas a nivel mundial tales como el 15M de España, donde los manifestantes acamparon en la plaza «Puerta del Sol» en Madrid; el movimiento Ocupa de Wall Street, en el que de igual modo se tomó una plaza pública: el parque Zuccotti; o, para terminar, los varios levantamientos de la Primavera Árabe. Lo que caracteriza a todas ellas es que la organización de la acción misma, así como de los hechos posteriores, se desarrolla de manera horizontal, tomando decisiones por consenso y sin la necesidad de «dirigentes iluminados». ¿Son todos ellos ejemplos repetibles en este momento? Claro que sí. En todo caso, es el espacio político que nadie se espera porque para muchos es la peor situación imaginable, ya que perderían su auto-impuesta representatividad; y porque así, seríamos los jóvenes mismos quienes tomemos las decisiones.

Tácticas y solidaridad

La acción directa no violenta no es, necesariamente, la única táctica válida en la lucha. Puede muy bien adoptarse varias tácticas a la vez. Ante esta situación la experiencia internacional puede darnos una mano, en otros países los manifestantes deciden conformar «bloques» de autodefensa, los llamados «bloques negros», y hay que hacer la salvarguarda de que esta es una táctica que no solo apela a la violencia. Un «bloque negro» está formado por personas que asumen otro tipo de actitudes. Estas personas suelen ir vestidas de color negro y con el rostro cubierto; ambos comportamientos tienen su propia explicación: van de un solo color para solidarizarse e identificarse para que todo aquel que no quiera ir al choque pueda guardar distancia y alejarse, y, cubren sus rostros para mantener su anonimato.

Los «bloque negros» sin embargo requieren de cierta experiencia organizativa ausente en nosotros, pues demuestran cierta madurez en la lucha: ya que se tiene claro que en algún momento hará falta responder a la represión, además, con este tipo de tácticas se puede organizar muy bien la defensa del resto del grupo. Surge, así, una solidaridad táctica, pues al mantener una organización mínima se sabrá cómo actuar frente a la represión y se asegurará el éxito de la manifestación, evitando el choque innecesario con la policía. Grupos así han funcionado muy bien en el caso de los ocupas de Wall Street y en ningún momento han hecho peligrar la continuidad de la toma de los parques; si han tenido necesidad de replegarse ante el avance de la policía no lo hacen hacia donde están las personas no violentas, pues el gas lacrimógeno los haría abandonar el lugar; es más, si su accionar pudiese perjudicar el éxito de una protesta, este tipo de táctica puede que ni siquiera se llegue a considerar.

Conclusiones

Las manifestaciones continuarán y otra vez el llamado para salir a las calles ha sido hecho por «organizadores» autoproclamados, negándosenos la capacidad, a los jóvenes, de la organización libre y horizontal, pues los ejemplos expuestos líneas arriba son producto del consenso de los manifestantes: decidir todos por igual cómo hacer frente a la solución de un problema, decidir qué tácticas son las más adecuadas para lograr el éxito de nuestra lucha, y, más que nada, negar todas las dirigencias que solo buscan el rédito propio o el de su partido. El reto es hoy y no podemos eludirlo.

Pedro J. Portocarrero *

*Contacto: pedro.jp[arroba]inventati[punto]org


Escrito por

Perú Libertario

Espacio de difusión de las ideas anarquistas en el Perú. facebook.com/libertarios.peru


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