De todas las numerosas insurrecciones que han ocurrido en el Perú republicano, ninguna de ellas fue tan enigmática y misteriosa como la rebelión de Rumi Maqui; rebelión que se convirtió rápidamente en leyenda y que sirvió de inspiración para levantamientos posteriores, espantando así a más de un gamonal. Como ocurre con otros hechos y personajes demasiado revolucionarios para la historiografía oficial del Perú, a Rumi Maqui se le ha ignorado por mucho tiempo. Desde hace algunos años, con la publicación del libro Nuestros Años Diez: La Asociación Pro-Indígena, el levantamiento de Rumi Maqui y el incaísmo modernista del periodista Carlos Arroyo Reyes, la historia de Rumi Maqui ha sido recuperada. Lo que sigue a continuación es básicamente un resumen de la segunda parte de aquel libro con algunas adiciones originales.
La historia comienza con un sargento mayor de caballería del Ejército Peruano llamado Teodomiro Gutiérrez Cuevas (1864-¿?), que desde su cargo como subprefecto de Chucuito en Puno (1903-1904), adopta una posición categóricamente pro-indígena. Tras criticar a los terratenientes y gamonales del lugar, estos hicieron hasta lo imposible para deshacerse de este incorruptible funcionario público. Ya en aquel entonces, el intelectual anarquista Manuel González Prada lo defiende con el artículo "Autoridad humana", publicado en 1905 anónimamente en El Indio (1903-1909), revista indigenista dirigida por Santiago Giraldo Sueldo. Vale la pena transcribir por completo el pasaje citado en el libro de Arroyo Reyes del artículo de González Prada:
“Para merecer el amor de sus subordinados ¿qué hace el subprefecto Gutiérrez? Cumplir algunas leyes dictadas en favor de los indios. Llevando a la práctica lo que para muchas autoridades no pasó de letra muerta, ha conseguido abolir en su provincia las mandas forzosas, los servicios gratuitos y las demás iniquidades sancionadas por la tradición. Con leyes humanas desarraiga costumbres feudales. Se comprende que semejante variación en la manera de tratar a los indios suscite odio y resistencias. Al ver que los amigos de Gutiérrez son los pobres y desheredados, ya se dislumbra quiénes pueden ser sus enemigos. Estos le han declarado guerra sin cuartel: le denigran, le calumnian, le chismean, le provocan riñas, le falsifican los documentos oficiales y hasta le arrojan bombas de dinamita a su domicilio (prueba que el uso de explosivos no pertenece exclusivamente a los anarquistas)”. (1)
Acusado de peligroso y extremista, Gutiérrez Cuevas es destituido a fines de 1905. Algunos meses después, es nombrado subprefecto de Huancayo (1906-1907). En Huancayo continúa con su labor anticorrupción hasta que por razones desconocidas deja el cargo y regresa a Lima. Hasta aquel momento, a Gutiérrez Cuevas se le podría considerar como un reformista. En los años siguientes será enviado a distintos sectores del país donde continuará su labor político-militar. Para 1909, entra en relación con la famosa Asociación Pro-Indígena, organización defensora de los derechos indígenas, fundada el mismo año por Pedro Zulen, Dora Mayer y Joaquín Capelo. Al año siguiente, Gutiérrez Cuevas figurará como integrante de la directiva de la Pro-Indígena.
En mayo de 1913 ocurren los sucesos de Samán, cuando alrededor de dos mil campesinos trataron de tomar el pueblo de Samán, en la provincia de Azángaro en Puno, para castigar al gamonal Mariano Abarca Dueñas, quien había formado una hacienda con las tierras de las comunidades campesinas. La toma de Samán fracasó; muchos indígenas murieron pero el conflicto seguía latente y volvió a explotar en agosto y setiembre con la intervención del ejercito. Esta vez, cayeron muertos más de cien indígenas. Billinghurst, quien no simpatizaba con la aristocracia ni con los gamonales, decide enviar a Gutiérrez Cuevas para que investigue los sucesos de Samán.
Gutiérrez Cuevas llega a Juliaca en setiembre de 1913. En Lampa se une a la comisión Francisco Chuquihuanca Ayulo, miembro de la Pro-Indígena de Puno. Poco tiempo después, Gutiérrez Cuevas visita Samán donde recoge los testimonios y quejas de más de 400 indígenas. Al regresar a Lima con un contingente de delegados de las comunidades indígenas de Samán, entrega a Billinghurst un voluminoso informe (hoy perdido) y concede una entrevista al periódico La Crónica donde acusa al gamonalismo como el causante del problema indígena, dando incluso los nombres de algunos de los terratenientes de "horca y cuchilla". Poco tiempo después, Óscar R. Benavides y otros golpistas derrocan a Billinghurst y subsecuentemente, Gutiérrez Cuevas es deportado a Chile.
En Chile, Gutiérrez Cuevas llega a la conclusión de que la única forma de que los indios hagan respetar sus derechos es la rebelión. En 1914, con Óscar R. Benavides como presidente, Gutiérrez Cuevas vuelve al Perú. En Lima estuvo en contacto con un grupo de obreros anarcosindicalistas que querían publicar un periódico llamado La Voz del Pueblo y así mismo mantuvo correspondencia con Francisco Chuquihuanca Ayulo, su fiel compañero.
De regreso en Puno a comienzos de 1915, visita a Chuquihuanca Ayulo en Lampa y comienza sus planes insurreccionales, consiguiendo algunas armas viejas en Bolivia y recorriendo las comunidades de Lampa, Azángaro, Puno, Huancané, Ayaviri, San José y San Antón a lomo de bestia. Fueron estas dos últimas comunidades las más receptivas a sus planes insurreccionales pues habían estado luchando contra las intenciones expansionistas del gamonal Bernardino Arias Echenique. Uno de los dirigentes más conocido de estas comunidades fue Jose María Turpo, quien había mantenido correspondencia con la Pro-Indígena. En agosto de 1915, Turpo es arrestado y acusado de preparar una sublevación pero las autoridades no notan la presencia de Gutiérrez Cuevas y más bien le echan la culpa al director del periódico revolucionario La Federación (1915-1919) de Arequipa, el intelectual Modesto Málaga.
Entre agosto y setiembre, Gutiérrez Cuevas se proclama General y Supremo Director de los pueblos y ejércitos indígenas del Estado Federal del Tahuantinsuyo, adoptando el nombre quechua de Rumi Maqui Ccori Zoncco, en español Mano de Piedra Corazón de Oro. El acto se celebró en Samán y contó con la presencia de un grupo de dirigentes indígenas. El General Rumi Maqui nombró a los cabecillas restauradores que debían secundarlo, entre los cuales se encontraban Gaspar Condori, Santiago Chuquimia, Buenaventura Itusaca y Manuel Huamán. Estos hombres volvieron a sus parcialidades con las consignas de la insurrección, pero la excitación social corrió el rumor del levantamiento hasta los diarios de la ciudad de Puno.
Es así que la insurrección programada para febrero de 1916, durante los carnavales, se desató apresuradamente en la madrugada del 1 de diciembre de 1915 en la hacienda de San José, propiedad de Bernardino Arias Echenique, uno de los gamonales más odiados de Azángaro. Contra las órdenes de Rumi Maqui, un número considerable de indígenas estuvieron ebrios durante el ataque, y debido también a las modernas armas que contaban los empleados de la hacienda, las bajas indígenas llegaron al centenar. Los otros cientos de indígenas huyeron debido al rumor de que venían refuerzos a caballo desde otra hacienda. Rumi Maqui, herido en el talón, no participó en el ataque y huyó en un caballo blanco que encontró en la hacienda, mismo Emiliano Zapata.
Un grupo de indígenas se había refugiado en la quebrada de Putina Puncu, donde fueron eventualmente asesinados. Rumi Maqui y el resto de indígenas se escondieron en una vieja fortaleza prehispánica en el cerro de Inampo y lograron resistir varios días el ataque de las tropas enviadas por el gobierno de José Pardo y Barreda. El 6 de diciembre de 1915, los insurrectos fueron finalmente masacrados. La represión no acabó allí pues los gamonales y sus ejércitos privados compuestos de indios de hacienda buscaron a todos los indígenas partícipes de la sublevación. Es así como encuentran a Turpo, herido de bala, quien es atado por los pies a dos caballos que fueron conducidos por terrenos difíciles para despedazar su cuerpo.
Pero ese no fue el fin de Rumi Maqui. Junto a grupo reducido de indígenas, logró eludir las tropas durante 5 meses y pudo escapar a Lampa y luego a Arequipa. En Arequipa es apresado por el Prefecto de Puno, Carlos Zapata, y enjuiciado por traición a la patria. Para esto, su compañero Chuquihuanca Ayulo había negado la insurrección en varios artículos en los periódicos El Siglo, El Comercio y El Deber Pro-Indígena. Los indígenas apresados y Rumi Maqui utilizaron dichos artículos como coartada y negaron que haya ocurrido un levantamiento indígena. Según la coartada, fueron los mismos gamonales que inventaron el levantamiento y la figura de Rumi Maqui para justificar sus masacres. Según el historiador Augusto Ramos Zambrano, “habría sido excesivamente ingenua la actitud de Rumi Maqui al aceptar llanamente la acusación de traición a la patria y habría significado comprometer a decenas y hasta centenares de indígenas que estaban involucrados en el alzamiento, varios de los cuales sufrían prisión en las distintas cárceles de Puno”. (2)
Un nuevo giro a la historia ocurre cuando el 2 de enero de 1917, los periódicos y revistas del Perú anuncian que Rumi Maqui había escapado misteriosamente de la cárcel de Arequipa. Un joven Mariátegui comentaría en El Tiempo:
“Anda suelto en los campos y en las serranías de Arequipa, de Puno y del Cusco, el general Rumi Maqui. Anda a salto de mata. Hay gentes del orden público que lo siguen y lo acorralan. Pero que no lo cogen. Nada importa que del gobierno salgan muchas órdenes y muchos apremios. Pero acongoja una zozobra que es la zozobra del león suelto. Y es que el general Rumi Maqui quiere a todo trance la restauración de la dinastía incásica y esto tiene que parecernos muy malo a todos, pero especialmente a otra dinastía”. (3)
Los familiares de Gutiérrez Cuevas hasta el día de hoy piensan que su pariente fue fusilado en un cuartel de Arequipa, pues Rumi Maqui nunca volvió a comunicarse con ellos, pero un artículo del diario arequipeño El Pueblo, del 6 de febrero de 1917, publicó un artículo donde Rumi Maqui explica como se escapó de la cárcel de Arequipa, negando nuevamente su participación en el levantamiento. Desde ese momento, la imaginación colectiva se disparó y Rumi Maqui se convirtió en leyenda, apareciendo esporádicamente en varias sublevaciones andinas. Según el historiador Alberto Flores Galindo, “pareciera por todo esto que estamos ante una especie de seudónimo colectivo. Otro de esos incas imaginarios que aparecen reiteradamente en la historia andina”. (4)
En realidad, Rumi Maqui, luego de su espectacular fuga, radica en Bolivia donde es expulsado por editar un periódico en defensa de la raza indígena. Luego, según el escritor cusqueño Luis Velasco Aragón, Rumi Maqui viaja a Argentina donde ingresa a “la pléyade de los luchadores anarquistas” y se vuelve en “un convencido ácrata”. (5) Nunca abandona sus ideas indigenistas y federalistas y en varias oportunidades visita Puno clandestinamente (en 1926 y 1929). La espectacular historia llega a su fin el 30 de julio de 1937 cuando desde la ciudad de Potosí en Bolivia, una persona desconocida, empleando el pseudónimo de “General Huayna Cápac” le escribe a Francisco Chuquihuanca Ayulo, anunciándole el deceso de Rumi Maqui y haciéndole llegar una copia del programa para la creación de la Gran Confederación Sudamericana del Pacífico, que este había elaborado antes de morir.
De algún modo, se puede decir que las travesías de Víctor Gutiérrez Cuevas no acabaron con su muerte pues uno de sus descendientes continuó su tradición en defensa de los explotados. Según el investigador Franz García Uceda, el nieto de Rumi Maqui, Víctor Gutierrez es un fiel anarquista que “con más de 80 años, mantiene una larga historia en cuanto a militancia libertaria en el país”. (6) En efecto, Víctor Gutierrez fue miembro del Instituto de Estudios e Investigación de Cooperativas y Comunidades (INDEICOC), cuyo objetivo era la autogestión de los medios de producción y “la supresión de cualquier forma de dominación”. (7) El INDEICOC tuvo un rol esencial en la reforma agraria, pero esa es otra historia.
Renzo Forero 15 de setiembre del 2014
Fuente: Arroyo Reyes, Carlos. Nuestros años diez, La Asociación Pro-Indígena, el levantamiento de Rumi Maqui y el incaísmo modernista. Buenos Aires: Libros en Red, 2005.
Notas:
1. González Prada, Manuel. “Autoridad humana”, El Indio, Lima, 1905, en Prosa menuda [1941], Obras, Tomo II, volumen 4, págs. 299-300.
2. Ramos Zambrano, Augusto. Rumi Maqui. Movimientos campesinos de Azángaro (Puno). Puno: Centro de Publicaciones IIDSA-UNA, 1985, pág. 59.
3. Mariátegui, José Carlos. “Grimas y zozobras”, El Tiempo, Lima 17 de enero de 1917, en Escritos Juveniles (La Edad de Piedra), Lima, Biblioteca Amauta, 1992, tomo IV, págs. 171-172.
4. Flores Galindo, Alberto. Buscando un inca, Identidad y utopía en los andes. Lima: Editorial Horizonte, 1994, pág 253.
5. Velasco Aragón, Luis. “Comentarios inéditos sobre Teodomiro Gutiérrez Cuevas” en González Prada, Manuel: Prosa Menuda [1941] en Obras, Lima, Ediciones Copé, 1986, Tomo II, volumen 4, pág. 300.
6. García Uceda, Franz. “El primero de mayo y los anarquistas en el Perú” en Los orígenes libertarios del primero de mayo: De Chicago a América Latina (1886-1930). Santiago de Chile: Editorial Quimantú, 2010.
7. Ríos, Marlet. "Un mito órfico desmontado: Breves apuntes sobre la influencia anarquista en el movimiento obrero de la región peruana: 1900-1963”. Ate, 13 de enero de 2014. Sustraído el 15 de setiembre del 2014 de https://propagandayataque.wordpress.com/2014/02/23/demontando-un-mito-marxista-sobre-el-anarquismo/