Mientras que Chomsky defiende brillantemente el anarcosindicalismo y su sueño de un sistema social basado en la libre asociación, la descentralización y el federalismo, que acabe con la coerción, la opresión y la explotación que existe en la sociedad actual, Foucault argumenta que el poder y la opresión se encuentran diluidos en todas las instituciones de la sociedad actual y por lo tanto el anarcosindicalismo difícilmente podrá modificar ese fenómeno. Chomsky arremete diciendo que no nos podemos basar solo en la teoría sino en la práctica y que al menos tenemos que tratar de cambiar la sociedad siguiendo un ideal. Foucault continúa escéptico de que podamos cambiar la sociedad utilizando los mismo términos y las mismas nociones que esta sociedad ha creado. 

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